Historia de
la Yerba Mate
La Yerba Mate era un alimento básico de guaraníes , grupo de pueblos sudamericanos cuyos habitantes viven en el noreste de Argentina (Corrientes, Misiones, Formosa y parte de la provincia del Chaco), suroeste de Brasil, Paraguay, sureste de Bolivia y parte de Uruguay. En épocas prehispánicas, los guaraníes usaban la yerba como bebida y tomaban la infusión de hojas del Caá en un poro o vasija de barro sin bombilla, colándola entre los dientes y escurriendo las hojitas que les quedaban en la boca o absorbían la infusión fría por medio de cañitas huecas. También tenían la costumbre, ya desaparecida, de masticar la hoja, especialmente durante sus largas caminatas por la selva para recolectar y transportar pesadas bolsas con yerba.

La yerba tenía en la cultura guaraní un rol social más allá del fin nutritivo. Era objeto de culto, ritual y moneda de cambio en sus trueques con otros pueblos prehispánicos. También cuentan que al finalizar la creación de diferentes dioses, se reunieron todos a tomar mate.

Los españoles llegados a tierra guaraní aprendieron a tomar mate con ellos y lo llamaron “Hierbas del Paraguay” sin saber que las hojas provenían de un árbol que crecía en la selva.

A fines del siglo XVI llegaron los primeros jesuitas para hacerse cargo de la evangelización de los guaraníes. Al principio ellos consideraron al mate una bebida peligrosa aunque más tarde la yerba es aceptada e incluso su uso es alentado como gran solución al problema de la embriaguez en las reducciones.

La yerba mate comienza a ser la principal fuente de ingreso de los jesuitas ya que una vez obtenido el permiso para comercializar el producto en 1645 ellos comienzan a cultivarlo a fines del siglo XVII en las cercanías de las reducciones. De esta manera tienen sus “yerbales hortenses” y pagan su tributo al Rey de España.

A mediados del siglo XVIII el mate se va imponiendo en todas las clases sociales aunque cada grupo posee su propia modalidad para tomarlo. Por ejemplo cuando el mate se toma en los hogares de Buenos Aires cada familia tiene una cebadora de mate y a veces hasta tienen dos, una para el mate dulce y otra para el amargo. La venta de la yerba se había convertido en un negocio floreciente cuando Carlos III por medio de una Real Cédula de 1767, dicta la expulsión de los jesuitas, los pueblos creados por ellos fueron lentamente abandonados y los cultivos se perdieron. La yerba nuevamente es recolectada por los indios en la selva donde crecia espontáneamente. Pasado un tiempo, a principio del siglo XX, las primeras plantaciones se retoman en San Ignacio, el antiguo asentamiento de los jesuitas.